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              Querida Familia Teresiana de Enrique de Ossó en el mundo:

              Durante los días 11-31 de marzo de 2019 personas de diversas procedencias, misiones y tareas, hemos tenido la oportunidad de realizar el CIT “Opciones del XVII Capítulo General: mística, concreciones y posibilidades”.

              Agradecemos a Jesús de Teresa y a Teresa de Jesús su aliento, presencia y cercanía, que nos han ido llevando cuidadosamente a vivir la unidad en la diversidad, a un mismo pensar y sentir y a una alegre renovación personal y comunitaria.

              Nos hemos sentido acogidas por las hermanas y toda la Familia Teresiana de Brasil, muy especialmente la de Porto Alegre. Nos han enseñado lo que significa sencilla y llanamente acoger desde el corazón.

              Cómo olvidar el respaldo humilde y silencioso de todas las personas que han hecho posible que vivamos esta experiencia, y aquellas que nos han sustituido y han hecho que nuestra parte del jardín siguiera siendo cuidada.

              Hemos podido disfrutar ser parte de esta familia carismática. Hermanadas universalmente por los lazos de Teresa y Enrique sintiendo la llamada a asumir la ética del cuidado en la casa común.

Nos sentimos con el deseo y deber de compartir lo vivido, aunque las palabras no puedan expresar adecuadamente esa vivencia. Lo haremos a través de sentimientos, de ellos saldrán enredados algunos pensamientos también:

             Han sido días intensos que nos han llevado a confluir y a converger, y han despertado desafíos, siendo el primero desinstalarnos para poder vivir nuestros compromisos de una manera gratuita, solidaria y sencilla.

              Se nos ha abierto una perspectiva nueva de las implicaciones de la ética del cuidado donde nos vemos en interconexión con todo, descubriendo que la responsabilidad consigo mismo va de la mano de la responsabilidad comunitaria y con todo lo creado. Somos herederas de un sistema de dicotomía y división que nos ha dañado la visión de las cosas, que nos ha hecho depredadores, que nos ha sometido como objetos (en el caso de las mujeres, las minorías y la tierra) o como dominadores en relación al medio y a las personas. Por lo tanto, la llamada más urgente es a cambiar dicha visión para transformar lo cotidiano mirando al futuro. Ahora el desafío es la conversión desde el corazón, el sentir, no sólo el pensar. Cómo resuenan de un modo nuevo las palabras de Enrique de Ossó: pensar, sentir, amar como Cristo Jesús. Hoy las descubrimos como una integralidad.

             Desde la contemplación de la vida en sus múltiples manifestaciones, descubrimos que nuestra misión educativa es avivar los gérmenes de vida y restauración presentes en toda la Creación, y que por lo tanto, necesitamos limpiar la mirada, desocuparnos de todo lo que no contribuye a la integridad y reparar las relaciones rotas. Reconocemos que nuestro carisma teresiano es un tesoro para la humanidad, que hemos recorrido un camino de relectura que necesita seguirse encarnando en todos los ámbitos. Los gritos de la tierra nos invitan a percibir el aroma de Dios, abrir los ojos y los oídos, salir al encuentro y tocar el sufrimiento para generar una cultura del encuentro y la reconciliación allá donde estemos. Tenemos la misión de cuidar en el presente la vida y garantizar la de las futuras generaciones.

Hemos reconocido con dolor que estamos en deuda con los jóvenes y vislumbramos que necesitamos incorporar procesos y experiencias de interconexión, interculturalidad e incidencia política con ellos y renovar la pastoral, la liturgia y la formación.

            Nos ha sobrecogido la llamada a una nueva eclesialidad y ciudadanía desde:

            - una profundización del significado de ecclesia como una convocación para salir. En esta salida lo que importa es la basileia de Dios (el reino de Dios) donde todo se integra para el bien común.

            - una lectura de los textos bíblicos que nos ayuden a reformular nuestras creencias para reorganizar los valores y a partir de ahí, sentir-pensar en nuevas formas para vivirnos en, con y para la iglesia y el mundo.  Recuperar una imagen adecuada de San Pablo en las cartas nos reconcilia. Nos invita a vivir una mutualidad (mutuo sometimiento, varones y mujeres) para construir otras relaciones que engloben todo lo humano más allá de estereotipos.

 

             Queremos que el eco de esta pregunta que hemos escuchado colectivamente, resuene en toda la Familia Teresiana y más allá: ¿quién cuidará la vida? Tenemos la convicción de que las nuevas concreciones y posibilidades, que ha abierto nuestro documento capitular y que juntas-os hemos querido desentrañar, nos desafíen y determinen a poner todo nuestro caudal al servicio de la vida y del cuidado de la casa común. Teresa de Jesús y Enrique de Ossó nos acompañan y animan a ello. Completar y encarnar hoy sus intuiciones es nuestra tarea.

 

                 Participantes del CIT (Curso Internacional Teresiano)

“Opciones del XVII Capítulo General: mística, concreciones y posibilidades”

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